Con la brillante y sinuosa producción de un Abel Hernández (El Hijo) que ha realizado una verdadera labor de inmersión en el universo creativo de Roldán, el artista extremeño recurre en "Fumarola" a magnéticas armonías con pedigrí Canterbury, introduce continuos cambios dentro de cada canción y construye una exuberante arquitectura sonora levantada sobre planos diferentes. Lo hace con la inestimable ayudade los otros dos músicos que conforman actualmente la nave Roldán: Jaime Sevilla (bajo, percusión) y Nacho Olivares(guitarra,percusión, teclados). Y aunque el espíritu aventurero se le supone, éste es, sin duda, el disco más audaz y estimulante de su trayectoria. Sus flirteos pasados con el krautrock y el dub ya presagiaban una deriva como la actual, que fue también preludiada en temas como "León" o "Sucesos" de su anterior disco, "Tus poderes", cuyo tono general tendía a una cierta sonoridad brasileña. Pero todo se ve sublimado en este nuevo álbum que destaca también por unas letras llenas de imágenes evocadoras que le conectan con sus amigos de Kiev cuando nieva. Pero donde los oscenses apuestan por una cotidianidad delirante, Roldán prefiere adentrarse en los universos visionarios y la dimensión desconocida.