Soy Ozzy - Las memorias de Ozzy Osbourne
Paginas: 416
Autor: Ozzy Osbourne
En 1968 fue uno de los cuatro miembros fundadores de Black Sabbath, uno de los grupos de rock duro más influyentes de la historia. En 1980 emprendió una exitosa carrera en solitario que le convirtió en uno de los artistas más vendidos de los años ochenta. En 2002 protagonizó para MTV el reality show The Osbournes, que terminó de cimentar su posición como el artista de heavy metal más reconocible y popular del planeta. A estas alturas, Ozzy lo ha visto todo y ha hecho de todo. «La gente me pregunta por qué sigo vivo», confiesa, «y no sé qué responderles. Ingerí combinaciones letales de alcohol y drogas durante treinta putos años. Sobreviví al impacto directo con un avión, sobredosis suicidas, enfermedades venéreas. He sido acusado de intento de asesinato. Después casi me muero al pillar un bache yendo en quad a tres putos kilómetros por hora. Pero aquí estoy, dispuesto a contar mi historia con mis propias palabras, por primera vez. Gran parte de la misma no será agradable. En mis tiempos hice bastantes barbaridades. Siempre me he sentido atraído por el lado oscuro, pero no soy el diablo. Sólo soy John Osbourne, un chaval de clase obrera de Aston que un buen día se despidió de la fábrica para salir a pasárselo bien».
Soy Ozzy es la desquiciada y divertidísima historia de un chico de barrio que encontró una salida en la música para acabar inmerso en una espiral de locura y excesos que ya han pasado a la historia como parte fundamental del anecdotario del rock. «En el transcurso de los años se han contado muchas locuras sobre mí», afirma el cofundador de Black Sabbath. «O sea, de acuerdo: “Le arrancó la cabeza de un mordisco a un murciélago”. Sí. “Le arrancó la cabeza de un mordisco a una paloma”. Sí. Pero luego oyes cosas como que “Ozzy se presentó anoche en el concierto, pero se negó a actuar si no mataba antes a quince perritos”. Vamos a ver, ¿matar a quince perritos? ¿Yo? Adoro a los perritos. Tengo dieciocho putos chuchos en casa. Aunque en mis tiempos maté a unas cuantas vacas, eso sí. Y gallinas. Estuvo lo de aquellas gallinas que me cargué en casa una noche. Todas esas locuras me atormentan. Si de pequeño me hubieras puesto en fila junto con los demás niños de mi calle y me hubieras preguntado cuál de nosotros iba a llegar a los sesenta, cuál de nosotros iba a acabar teniendo cinco hijos, cuatro nietos y casas en Buckinghamshire y Beverly Hills, jamás habría apostado por mí, ni de puta coña».